El arte de crear…

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EL ARTE DE CREAR...

 

"Descubrió que el verdadero sentido del arte no era crear objetos bellos. Era un método de conocimiento, una forma de penetrar el mundo y encontrar el sitio que nos corresponde en él, y cualquier cualidad estética que pudiera tener un cuadro determinado, la belleza de cualquier película, no era más que un subproducto casual del esfuerzo de librar esa batalla, de entrar en el corazón de las cosas” (Paul Auster).

Esta es la reflexión de un hombre que vivió su vida en el arte y desde el arte, comenzó a leer y escribir a los 12 años y jamás se detuvo. En esta frase reflexioné sobre una de las carencias más grandes que tenemos en la época actual, más puntualmente. El presente es una mezcla frenética de automatización, indisciplina,  exceso de información y falta de tiempo, tiempo que falta en cualquier sitio del mundo donde la finalidad primaria es sobrevivir,  quizás es la política, quizás sea la educación, quizás sean las circunstancias;  es curioso que aún en el tiempo de esta pandemia no existe tiempo para ser artista y para crear.

Quedamos inmersos en la inercia de los afanes del cotidiano, en las obligaciones agobiantes, en el ajetreo perpetuo del día a día, en lo que hay que hacer, en el ya, en lo inmediato, más no en lo importante.

Se pudiera pensar que en este momento de quietud física, pudiera encontrarse ese tiempo de meditación hacia nuestro interior, hacia nuestro entorno, de una manera más consciente;  quizás, darnos el tiempo de reconocernos por primera vez en nosotros y nuestros semejantes, familiares, parejas, amigos, hijos, papás, hermanos, vecinos como seres increíbles de quienes podemos aprender y aprehender; como una manera de enriquecernos a nosotros mismos, pero una vez más esta fragmentación que vive en nosotros, gana la batalla, quedamos estáticos, bloqueados en nuestros universos mínimos, que no conectan con aquello que está al alcance de la mano.

Aún así no perdemos la compulsión de evadirnos en la procrastinación y en algo que nos ayude a rehuir de las verdaderas conexiones.  Crear es un acto de reflexión profunda, silenciosa, meticulosa, en todos los sentidos; un acto de auto reconocimiento, incluso en la acción más pequeña, todos los seres humanos somos creadores, el problema es que nunca nos damos el tiempo para serlo.

El arte, más allá de ser la expresión más sublime de la conjugación del pensamiento y el sentimiento del ser humano, y pensado a gran escala, es una de las bases del desarrollo y del crecimiento de cualquier nación; el pensamiento, la pregunta, la inquietud, generan en los seres humanos la necesidad de cambio, de armonía o, por el contrario, de sublevación en contra lo que nos rodea o nos oprime.

Esta es una generalidad en los países que no tienen tiempo de pensarse a sí mismos, donde la educación está dirigida más a un acto de repetición y no de reflexión.

Un país sin arte es un país sin conciencia interior, sin desafíos, sin esperanza; un pueblo ignorante es un pueblo obediente, pero, cómo es posible llegar al estado de artista, esta es una reflexión bien interesante desde los estándares sociales, pensar en esta sociedad es sinónimo de perder el tiempo, igual que leer, pintar, escribir, bailar, hacer teatro incluso ver películas, también porque desde la escala de valores sociales “no da ni para comer”.  Meter dinero en la educación para el arte es una pérdida de recursos, porque no se recupera la inversión.

En Colombia los espacios culturales están vacíos, salvo por aquellos que hacen parte de la profesión, no existe la costumbre de disfrutar de estos espacios, un acto de familia que me lleve a visitar un museo, ver una obra de teatro, ver una película nacional. En alguna parte hay que romper el círculo, creo que lo primero sería el reconocimiento de la necesidad del arte en una sociedad; lo segundo, introducirlo de una manera contundente en la educación primaria y secundaria; reconocer lo que el arte de crear implica, no significa perder tiempo, no significa dejar de hacer cosas.

En Colombia, los artistas de todas las disciplinas recurren a tener trabajos alternativos en más de un 65% de las veces para poder subsistir. La docencia es la alternativa a la que más se recurre para este fin; es el caso de los cineastas (en el que me incluyo), los actores, los artistas plásticos, los músicos y  los bailarines,  estos  últimos  recurren incluso a trabajos nocturnos en bares y en agrupaciones de todo tipo.

¿De dónde surge el problema?, el arte es considerado un acto espontáneo  y quizás la estructura política y social actual ayude para que eso suceda, no se piensa en los 16 años académicos que se tienen que invertir, la disciplina, la autocrítica, la práctica constante para alcanzar la maestría que implica ser artista; también porque no se genera la costumbre de la demanda; existen médicos porque existen enfermos, existen ingenieros porque se necesita infraestructura o puentes, o lo que sea, por qué no existe la necesidad de alimentar el alma, el espíritu, el cuerpo, la imaginación… que es donde reside realmente la esencia del ser humano.

En mi camino como docente he encontrado que lo primero que hay que hacer con los estudiantes es un ejercicio de desprendimiento físico de los dispositivos tecnológicos, prácticamente desde que nacen tienen en frente una pantalla (celular, computador, televisor etc.), es difícil saber si te gusta leer o no si no te ponen un libro en la mano; para un universitario en general y más para estudiantes de carreras relacionadas con el arte es difícil darse cuenta en 3 o 4 semestre que nunca han ido a una obra de teatro, que al inicio cuando lo hacen lo sienten como una obligación académica, después con el tiempo se asombran, se divierten y termina siendo un ejercicio de vida; o darse el tiempo de leer un libro porque nunca hizo parte de su rutina educativa y percatarse de  la cantidad de vida y conocimiento que existe en cada página, desprenderse de las redes sociales, los realities como la verdad absoluta y “reencontrar-se” en aspectos más tradicionales y sencillos de la vida.

¿Por qué un país como Colombia no ofrece garantías educativas y laborales a quienes quieren elegir el arte como opción de vida teniendo en cuenta las reglamentaciones que se han generado en cada sector? Hay una falta de coherencia gubernamental, pareciera que no es necesario el arte incluso para poder sobrellevar y curar para sanar las consecuencias de la violencia, que nos acompaña ya hace 70 años.

Los artistas se convierten en guerrilleros, que deben trabajar de manera subversiva en un territorio hostil que trata de silenciar de manera permanente el espíritu, el corazón, los sentimientos, el alma y todo lo que reivindique al ser humano en su condición de ser.

Todo este enredo se ha generado precisamente por la falta de una reglamentación general al sector artístico, en un país del “defiéndase como pueda”.  En Colombia desaparecieron el derecho a la educación integral, las universidades se ven a gatas para cubrir las falencias de la educación primaria y secundaria, olvidan por completo las necesidades espirituales; el derecho a la protesta, el derecho a laborar dignamente, indiferente de la opción de vida que elijas desde el arte,  aparecen los canales privados que con ansia loca de capitalizarse, comienzan a imponer unas condiciones laborales paupérrimas para todos los sectores del mundo artístico audiovisual.

Es importante entonces que regresemos al inicio de las cosas, entender el acto creador como una inversión de tiempo y energía que necesita tener el espacio y el respeto que se merece. Ser bailarín, actor, pintor, escritor, cineasta, etc., tiene una cuota de auto crecimiento, disciplina, voluntad, tan válidos como cualquier otra profesión en el mundo que quiera alcanzar la excelencia,  entender que la demanda genera la necesidad, si hiciéramos más cine, habría más artistas, la demanda genera competencia y la competencia leal genera excelencia.

En esta época de aislamiento, hagamos la tarea de replantear la forma en la que percibimos nuestro entorno, esta ceguera social a partir de la cual consideramos normal que se trabaje hasta desfallecer para sobrevivir, que el opio visual que nos presentan a diario es suficiente para perder el panorama general, lo importante por lo inmediato, que el interior importa tanto como el exterior y que ser artista es tan válido como ser abogado o ingeniero, ¿Podremos entrar realmente al corazón de las cosas para hacernos mejores seres… humanos? ¿Será posible que el arte llegue a ser considerado alguna vez lo que debería ser, la sanación y la guía para nuestro espíritu?

Autor: Claudia Patricia Sandino

Nota: Este artículo desarrolla la posición personal del autor y no representa la posición de la Corporación Universitaria Unitec.