El Enamoramiento De Una Idea

El Enamoramiento De Una Idea
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El Enamoramiento De Una Idea

“Nada supera al romántico cine italiano y el beso de un galán francés”, declaración muy extendida en la Europa del siglo XX y que a través del tiempo se ha convertido en todo un slogan del cine, la televisión y las revistas del planeta entero, cautivando la atención de viajeros y turistas de todas las latitudes.

Y no es fruto de la casualidad esta aseveración, partiendo de los escenarios icónicos que representan estas dos naciones del mundo: Cine, teatro, vino, velas, música y poemas, que se conjugan con la variedad de las más exóticas prendas, los mejores paños y el aroma que se desprende de las más finas y variadas marcas de perfumes. Este legado, que aún sobrevive y se niega a desaparecer, ha constituido una muy posicionada carta de presentación a través del tiempo, enmarcada con una fuerza misteriosa y una magia que encanta, de donde emerge una llave dorada como respuesta: ¡Pasión!

¡Si! Pasión, como una desbordante sed de sensaciones, emociones y afectos, que trascienden la esfera de la cotidianidad, para convertirse en toda una filosofía de vida, credo y esplendor, que socava todo vestigio de oscuridad, rutina o convencionalidad; es nacer en cada instante, es vivir para hacerlo todo posible, es creer que puede ser y hacerlo realidad, donde se decantan pensamientos que pasan a convertirse en ideas creativas e innovadoras.

Pero viajemos un poco más y atravesemos el índico, para encontrarnos cara a cara con el impresionante monte Fuji y la tierra con los más bellos amaneceres orientales, donde la disciplina, perseverancia y constancia del hombre nipón y el delicado encanto de sus mujeres nos habla de una historia con mil adversidades y desafíos, pero que han logrado vencer para convertirse en el símbolo de los más grandes avances tecnológicos del planeta. Para tomar un ejemplo, nos detenemos en una vitrina de motocicletas dónde se puede observar una de las marcas mejor posicionadas a nivel mundial: Honda.

No deja de sorprendernos cuanta historia hay detrás de una idea novedosa y creativa. Soichiro Honda, de familia pobre, pésimo estudiante, inquieto, mecánico empírico despreciado por Toyota y un soñador irremediable, que afrontó a lo largo de su vida más caídas que aciertos, termina en el patio de su casa colocándole un motor a una bicicleta. Su emprendimiento le arrojó en primera instancia, 5.000 solicitudes de bici motores, comenzando uno de los más grandes imperios de motocicletas del mundo.

En este punto podemos afirmar con certeza que las ideas están ahí, nos rodean, nos tientan y somos nosotros quienes permitimos o no, que ingresen a nuestra mente y nos seduzcan para resolver problemas, mejorar nuestra calidad de vida o simplemente satisfacer nuestros gustos y vanidades. Son gotas en el desierto y alas para los sueños donde la realidad está más cercana que la ficción. Ideas que surgen del alma de un emprendedor para crear e innovar en un mundo de cambios y necesidades constantes.

El señor Honda consideró positivas las situaciones adversas, llamándolas oportunidades y trabajo constante para aprender entre el error y el acierto para nunca darse por vencido. Es tener una idea y casarse con ella para siempre; donde no existen finales ni límites, porque el amor es para toda la vida. Por eso su emblemática frase encierra el éxito de su conquista:

“Abrí mi corazón y compartí el enamoramiento de mi idea”.

No es difícil comprender que la tarea de un emprendedor no está en solo en estudiar, tener buenas ideas, crear empresas, innovar a gran escala y poner el mundo a sus pies. Es enamorarse de su idea hasta materializarla y no dejar de amarla en ninguna estación de la vida.

William Alfaro Leguizamón


 

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