
Festival Francés Series Manía otorga reconocimiento a egresado de Unitec por su miniserie “VIDA DE COLORES”
David David Celedón, director, guionista y productor de cine barranquillero, es egresado del programa de Cine y Televisión de la Escuela de Artes y Ciencias de la Comunicación de Unitec. A lo largo de su trayectoria artística ha escrito, producido y dirigido varios cortometrajes, como lo son: ‘La princesita’, protagonizado por la actriz Natalia Reyes; ‘Fracturas’, realizado en España; ‘La tortuga’, ‘El Congo de Oro’ y ‘Calagula’, la historia génesis de su largometraje ‘La frontera’, y su más reciente proyecto la miniserie ´Vida de Colores´ a la cual se le otorgó el “Premio Especial del Jurado” en el Festival Francés SERIES MANÍA.
David nos comparte un poco de todo este proceso creativo y su experiencia con este nuevo proyecto
¿De dónde surgió la inspiración para dar nacimiento a este proyecto?
David: la inspiración para mí está abonada por las carencias. Cada vez que pienso en una nueva historia, intento encontrar respuesta a varias preguntas que no he podido resolver, y en un país como Colombia esas preguntas tienen irremediablemente un tinte social. Durante la pandemia cuando todos tuvimos que aislarnos, conocí la historia de Alejandra Monocuco, una mujer de la cual se dijo que murió con síntomas de COVID y que no quisieron darle atención médica. Ella era transgénero, afrodescendiente, portadora de VIH y prostituta, y según apuntaban los periodistas que cubrieron su historia, todas las condiciones que la fueron rodeando en su vida, se convirtieron en estigmas sociales que la aislaron hasta hacerla desaparecer.
Eso me impactó profundamente. Creo que nuestro sistema social debería poder restablecer la dignidad humana cuando fuese vulnerada, pero para Alejandra las circunstancias le fueron llevando a una zona oscura, hasta prácticamente anularla.
Esa fue la semilla de “Vida de colores”. Luego durante el proceso de creación necesité transformar el sentimiento de algo negativo, en algo positivo, por eso el resultado es una celebración de la vida y la diversidad. Después del personaje de la mujer transgénero, vino el personaje del joven artista que a través de la danza hace catarsis y se libra de la presión social que recibe por su condición de género y por otros problemas como la transfobia, que también atraviesa la historia.
¿Cuál crees que es el elemento que identifica a Vida de colores?
David: la respuesta a esta pregunta es muy amplia. Desde el principio me cercioro de que la historia sea muy local, muy nuestra, aunque pudiera tener resonancia en otros espacios.
Desde las locaciones, los paisajes, el temperamento de los personajes, creo que esta es una historia muy Caribe y el ser caribe para mí implica un universo lleno de contrastes. Estamos llenos de alegría, color, fiesta, pero también tendemos a ser conservadores, tradicionales y a veces le tememos al cambio.
Trabajé con mi equipo para que los aspectos tanto estéticos como formales de la historia, fuesen autóctonos. Por ejemplo, los géneros musicales que están en las escenas de danza son muestra de nuestras herencias: indígena, africana, española, árabe, todo lo que nos convierte en lo que somos hoy, quise que estuviera allí plasmado. A esa diversidad también nos referimos cuando hablamos de “Vida de colores”.
¿Cuáles han sido tus influencias e inspiración a la hora de realizar esta serie?
David: la inspiración viene de muchos lugares. Para cada aspecto de la historia puede existir un referente único, y muy distinto de los demás. Pasa con la fotografía, el vestuario, el sonido, y todos los demás elementos en los que pueda desglosarse una producción. Yo destaco entre ellos la música porque tal vez fue el ingrediente que trabajé con mayor conciencia en este proyecto.
Le perdí el miedo a explorar la musicalidad de la historia, en parte porque encontré en Oliver Camargo, el productor musical un aliado clave. Aprovechamos la música para expresar nuestra tradición cultural. Quise implementar los ritmos que disfruté en mi niñez y en mi adolescencia, como lo son la Salsa, el Vallenato, la Champeta, la Balada, el Merengue y el Mapalé.
Hay muchos géneros que quería rescatar porque siento que nos definen, son una celebración de la herencia étnica que traemos con nosotros, son una muestra de diversidad, y para completar están en peligro de desaparecer por algunos sonidos que hoy marcan tendencia.
¿Cuál fue el reto más grande?
David: tuvimos un reto evidente que no teníamos antes de la pandemia, y era evitar cualquier contagio por COVID. Grabamos en el segundo semestre de 2020, lo cual implicó que necesitamos implementar unas medidas de bioseguridad rigurosas para proteger a todos los miembros del equipo. Fuimos los primeros en la región del Cesar en reactivar el sector de producción audiovisual, y algunos de los primeros a nivel nacional. Eso por un lado nos motivó porque todos estábamos ávidos de volver al set, pero al mismo tiempo nos hizo sentir temor y compromiso, por el esfuerzo que implicaba llevar el rodaje a feliz término, sin tener referencias de cómo hacerlo.
¿Cómo podrías definir tu experiencia personal con el cine?
David: siempre he estado inmerso, más que en el cine, en la narración audiovisual. Recuerdo que en mi infancia tomaba mis juguetes y las piezas del pesebre que mi mamá hacía en navidad, y recreaba historias; además me gustaba mucho hacer retomas que es algo muy cinematográfico. Quería que las historias fuesen contadas cada vez mejor (por eso también desarmé el pesebre unas veinte veces, antes de la navidad). En aquel momento lo hacía como un juego, como cualquier niño. Luego cuando crecí, por una prueba de psico-orientación profesional descubrí que lo que en principio era una afición, podía convertirse en una profesión.
Desde allí fue un proceso de descubrimiento, de entender cómo tu profesión puede ser tu terapia también. El cine se ha convertido en mi manera de procesar la energía densa que llega desde afuera, y transformarla en algo bueno. Una máquina de conversión de lo negativo en positivo. Es una terapia sumamente costosa.
¿Cuál sería el sello de David como director?
David: la respuesta a esta pregunta está en construcción. Espero no tener un sello personal esclarecido porque eso implicaría que me faltó mucho por descubrir antes de anclarme en una posición. Creo que el sello personal está cifrado en los lugares que anduve y que marcaron mi sensibilidad, o también en la sensibilidad que cultivaron mis padres. Desde allí he ido por el mundo descubriendo nuevas maneras de reflejar eso que tengo inscrito. Tuve la oportunidad de vivir fuera de mi país y al regreso sufrí un proceso de readaptación. Cuando descubres que hay muchas formas de vivir en el mundo y que cada cultura tiene distintas maneras de aproximarse a las mismas cosas, necesitas entender las decisiones que tomaste junto a tu comunidad. Colombia es un país que tiene mucho que reflexionar al respecto, porque tantos años con una tradición de violencia que ya está embebida en nosotros, requieren que cuestionemos la base de nuestros valores y busquemos nuevas formas de organizarnos socialmente.
De la necesidad de dar respuesta a esas preguntas, irá surgiendo un sello finalmente: mis historias tienen un corte social, tienen una perspectiva femenina y tienden a tratar temas de convivencia entre seres humanos que poco a poco van descubriendo sus contradicciones y los puntos que los unen.
¿Cuál fue la película que hizo que te enamoraras del cine?
David: no estuve tan expuesto al cine en mi infancia como lo hubiera deseado, pero tal vez la película que me impactó más en esa época porque me hizo entender que había un universo paralelo en el que las historias podían ser contadas al antojo de un autor, fue una adaptación de Alicia en el País de las Maravillas de un director que se llama Harry Harris. Cuando vi esta película estaba convencido de que existía esta niña en la realidad y que simplemente nos estaban mostrando lo que a ella le sucedió un día que estaba en su casa y que su mamá iba a tomar el té.
Después, cuando descubrí que alguien había creado una manera de transformar nuestra realidad en algo nuevo, en algo lleno de fantasía, de música, de colores, me resultó fascinante y aunque en ese momento no decidí que me iba a dedicar a eso en la vida, sí comencé a sentirme interesado por otras aproximaciones que tuviesen otras personas de la realidad, por eso empecé a ver muchas películas.
¿Qué mensaje le darías a esos chicos que se encuentran en formación y que van en búsqueda de ese sueño de crear y contar historias?
David: el principal mensaje es que se dediquen a contar historias desde ya, que no esperen a obtener su diploma para salir a buscar la oportunidad de hacer las cosas que ya saben hacer. La academia está allí como una forma de darte confianza, pero tú eres quien debes encontrar tu inspiración, cimentar tu camino y aportar tu capacidad de lucha y disciplina para sacar adelante tu proyecto personal de vida y eso es algo que puedes hacer sin un diploma. La universidad es un entorno propicio porque allí puedes reconocerte en la mirada de otras personas que son como tú, tienen tus mismas inquietudes y también tuvieron que enfrentar la resistencia que implica tomar la decisión de estudiar artes en un país como el nuestro, dónde las artes no son lucrativas.
Una vez te reconoces con tus colegas, deben hacer alianzas y trabajar. Tengan siempre en mente algún proyecto y denle un plazo de ejecución. No esperen “el momento ideal” para hacer las cosas. El momento ideal está pasando a medida leen esta entrevista.
¿Cómo crees que UNITEC te ayudó a liberar este potencial?
David: para mí la academia es como un club al cual te inscribes para encontrar personas que tienen inquietudes similares a ti. Si no me hubiese dado esa oportunidad, probablemente seguiría sintiendo que soy como un extraterrestre en el lugar donde vivo.
Cuando decidí estudiar cine muchos intentaron convencerme de lo contrario; tenían sus razones, incluso algunas tenían sentido para mí, pero yo estaba en un lugar sin salida porque no encontraba otra manera de asumir mi proyecto de vida que no estuviese relacionado con contar historias. Entonces para mí fue grato encontrar un grupo de personas que, como yo, tuvieron que convencerse a sí mismos de que la vocación que tenían podía convertirse en una profesión, y desde allí: aprender, crear alianzas y construir caminos que nos permitieran consolidar nuestros proyectos. Esto obviamente pasó de ser un proceso lleno de ilusión y empoderamiento, a una etapa de realidad y compromiso que no ha sido fácil, pero vale la pena.
Finalmente, ¿A través de qué plataformas podemos ver Vida de colores?
David: nuestro principal objetivo cuando estábamos haciendo la obra era presentarla en la pantalla de Canal Telecaribe, que fue la institución pública que gestionó recursos del Ministerio de Telecomunicaciones para poder hacer una serie como esta. Esa emisión ya se logró en junio de este año en el marco de la celebración del mes del orgullo gay.
Desde allí hemos querido ampliar nuestro alcance, enviándola a algunos festivales, así surgió la oportunidad de participación en Series Manía donde obtuvimos el Premio especial del jurado.
En adelante no tengo claro dónde más podría verse, porque el canal sigue con su parrilla de programación, pero esperamos que en algún momento pueda ser vendida a alguna plataforma streaming o emitida en otros canales públicos.
David ha seguido construyendo su camino profesional enmarcado en cada una de las narraciones de sus proyectos, en los que busca acercar al público a problemáticas sociales que cada día afectan a las personas, teniendo como eje central la cultura y raíces de su tierra. Así mismo, durante su recorrido ha visibilizado los diferentes espacios dedicados al cine en el mundo, traspasando fronteras geográficas y mentales.
David Celedón es “OrgulloUniteísta